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Saludos

martes, 15 de noviembre de 2011

RIPIO A LEZA


No tengáis en cuenta el cuento que os voy a contar,
pues no es una mentira, pero no es una verdad.
Después de este preámbulo para las cosas aclarar,
sin más dilación ni espera ya comienzo a relatar.

Una niña pequeña había, en Valladolid nacida
caprichosa, presumida y de todo sin medida.
Todo se le antojaba, con nada se conformaba,
con el mundo ella reñía y siempre estaba enfadada.

La niña a quien me refiero quería a su mamá,
mas nunca lo demostraba, siempre la hacía enfadar,
pues traviesa ella era, de todo se rebotaba,
a nada obedecía y muchas veces la hizo llorar

Nombre de río tenía que discurría por una región,
sus aguas, visto no había, pero por ver tenía ilusión.
Por Rioja el río transcurría y en el  Ebro terminaba,
por lo que sus aguas revoltosas al Mediterráneo llegaban.

Pequeño el río era, como la niña en cuestión,
no obstante sus aguas relucían con fuerza y pasión.
Como la niña, rebelde era, de aguas rápidas con tesón
pero al final de su cauce todo era moderación.

Un día por Septiembre  interna ella se fue
a un colegio de Salamanca donde la educaban bien.
Enseguida amigas hizo de Guinea y Aranjuez
y al escondite jugaba, a la tanga y ajedrez.

Los fines de semana su madre la iba a ver
otros, cuando tiempo había, a buscarla iban también,
para a casa a ella traerla y a su abuela pudiera querer
y así el fin de semana pasaba para al colegio el lunes volver.

El tiempo la llegó de hacer la Primera Comunión.
Todo el mundo de regalos la llenaba con alegría y emoción,
mas cada uno al cielo rogaba, una  sola petición
que su mal genio ella frenara y le entrara la razón.

Un vestido su mamá le compró y  muy guapa la niña estaba.
Llena de intranquilidad ante el altar de rodillas ella se postró,
y cuando la Comunión tomaba, cuando ya comulgando estaba
una luz brillante que por la ventana entraba, su cabeza alumbró.

la niña comprendió que el momento llegado había,
solemnemente prometió ser buena y que a todos contentaría.
Desde aquel momento todos sabían que la tranquilidad reinaría,
pues todo era bondad y dulce cada vez más se hacía.

Aquella niña ya grande, se convirtió en un bombón,
generosa y amable se hizo y era todo corazón
alta y hermosa crecía como una bendición
y la diablesa que fue, ángel se hizo desde la transformación.


©Carpin - 14 / 11/ 2011


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