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Saludos

lunes, 30 de mayo de 2011

REFLEXIÓN, critica a la sociedad


UNA LIMOSNA POR EL AMOR DE DIOS

Quisiera sentir lo que todos sienten, leer los pensamientos de los demás, comprender sin dudas sus razonamientos, mas no es posible, por no sentirme igual.
Desearía que todos fuéramos semejantes, que notáramos las mismas sensaciones, que consideráramos de igual forma el modo de amar, de sentir, de pensar, de sanar o de adjetivar. Mas me juzgo incapaz de motivarme de igual manera, pues creo que profeso otro pensamiento muy diferente al de los demás y aunque pondere mi forma de decir y como ególatra me puedan calificar, el síndrome narcisista ni el ego son mi afán.
Sólo sé que padezco y lloro cuando por lo mismo veo indiferencia y desconsideración, que cuando sufro y siento por los demás, sólo observo menosprecio y postergación por la misma razón.
¿Tan individualistas nos hemos vuelto que no queremos saber nada de los del al lado y mucho menos de los de más allá?, qué impasibles pasamos por esta vida mientras no seamos nosotros los protagonistas del malestar. ¡No comprendo esta sociedad!
Yo recuerdo cuando el vecino era tu “hermano” y se compartía la soledad, cuando la vecina de al lado te pasaba el cocido y tú la dabas el pan, cuando a tu conocido de enfrente le donabas tu amistad y si su hijo lo necesitaba hasta la sangre le dabas  con tal de poderlo salvar y ahora no asistimos ni al entierro del vecino del rellano ni por cortesía, ni por el qué dirán.
¿Dónde quedaron la ética, la educación, la camaradería, las fiestas de fin de año entre los vecinos y muchas cosas más que se dejaron atrás?
Es verdad que los tiempos cambian, es verdad que uno no puede mantenerse en el inmovilismo del pasado, es verdad que uno no es conservador de recuerdos porque sí. Es verdad que todos vivimos mejor, es verdad que la mayoría queremos la situación actual a las anteriores, etc., pero ¿no podríamos enseñar a nuestros hijos urbanidad, educación, respeto, comprensión, camaradería, caridad y solidaridad? en vez de potenciar los malos tratos a los demás, (mendigos, hispanos, negros, emigrantes, o desahuciados de la sociedad) ¿no sería mejor darles un bocadillo aunque sólo sea de pan, que darles el batacazo para terminar con su mal?
Cada vez entiendo menos esta sociedad, ojo que no refiero sólo a España nuestra querida piel de toro, que me refiero al total de la humanidad.
Que las macro ciudades han contribuido a fomentar fatalmente este mal, eso nadie lo puede negar, pero ¡coño! (perdón por el taco que no he podido remediar) es que el cambio ha sido abismal. Y si encima la política nos ayuda a fomentar la irracionalidad yo me torno anarquista por no aceptar esta sociedad. Está claro que de derechas no soy y que se me nota la “republicanidad”, que a ningún grupo pertenezco y a todos puedo criticar. Está claro que no soy ateo, pero que no sé cuál es la religión de verdad, que pruebas no tengo y soy como Santo Tomás. Que estudiados los tomos de las diferentes doctrinas, cada una tiene sus mentiras y su verdad, pero ninguna demuestra con seriedad que la suya sea la que tiene toda la legitimidad. Por eso creo en la ética de no hacer el mal, que es la única doctrina que llena mi santoral.
Que nadie se lo tome esto a mal, que nadie se sienta aludido pues simplemente es una reflexión que me ha salido tal cual.
©Carpin - 30/ 05/ 2011

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